260 GSM silkscreened Woodstock nero | 90 GSM Coral Ivory | 128 pages | 12 x 20 cm

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¿Pueden todavía las lenguas caídas, en la totalidad de sus intenciones, acercarnos al lenguaje puro? Comprendiendo de golpe que, en el fondo, toda mi vida, sin ser consciente de ello, había estado intentando reconstruir un discurso desarticulado (el discurso original), recordé a mi amigo Paco Monge, que un día me dejó esta nota: «¿Por qué no pensar que, allá abajo, también hay otro bosque en el que los nombres no tienen cosas?»

ENRIQUE VILA-MATAS

En el principio no era el verbo, sino el balbuceo; la tentativa de decir las cosas antes de que las cosas tuvieran nombre. Después llegó el verbo, y con él la poesía, que no es sino una suerte de balbuceo. «El poeta al crear», escribió en una ocasión María Zambrano, «recorre el tiempo sentido inverso». La poesía persigue lo concreto, la cosa; busca atravesar el lenguaje para volver a la cosa, para convertirse en cosa. Decir el mundo antes del lenguaje.

hola hola hola hola es un ejercicio de poesía conceptual construido alrededor de un hallazgo: el de la condición poética que subyace en toda prueba de micrófono. En las pruebas de micrófono, las palabras se separan de sí mismas, de su sentido recto, hasta convertirse en un balbuceo vacío, hueco. Dejan de ser signos que hacen referencia a algo para devenir algo. «Hola», «sí», «no», «probando», «uno», «dos», «tres» o «ey», pero también «café», «fandango» o «caracola», devienen mera envoltura, nombres vacíos de significado, que ya no están atados a las cosas sino que son cosas; lenguaje concreto, puro.