como un buzo muerto
en el ojo de dios.

En Como un buzo muerto en el ojo de Dios, los personajes que habitaban una ficción cinematográfica han sido sustraídos, borrados de ella sin dejar rastro, y enviados de vuelta a un punto originario, previo a su existencia, dejando intactas la estructura narrativa y la gramática audiovisual que los contenía.

[La realidad es el sueño de la ficción]. Tres objetos han desbordado la dimensión fílmica y se han materializado en la sala expositiva, donde comparten espacio con los espectadores, de quienes tal vez se podría especular que fueran, que fuéramos, los personajes perdidos de la ficción –de la ficción proyectada, pero también de una ficción original, primitiva: la que ordena el mundo y pone nombre a las cosas–. Un avión de papel en el que se intuye un texto, unas cabezas de ajo y un medio de vino; una constelación de objetos desplazados de su órbita de sentido que se juntan para conjurar un secreto, el único secreto, todos los secretos.